La diferencia entre la vida de un pueblo y una gran ciudad es inmensa, te das cuenta cuando vives en uno y vas de visita a un sitio como Madrid. Te das cuenta en la clase de burbuja en la que has vivido durante toda tu vida, la cantidad de gente, de tiendas, de sitios nuevos que nunca habías visto y la forma en la que se vive tan desigual. Solo la diferencia en el vestir de la gente, la forma de caminar, la cantidad de tráfico todo absolutamente todo es muy diferente, las tiendas, las ofertas los productos pareciera que en vez de venir de un pueblo vieras de otro planeta. La verdad que cuando vives en la tranquilidad todo esto te da miedo te asusta, vas caminando por la calle y pareciera que acabas de empezar a dar los primeros pasos, los edificios altos no estás acostumbrada a verlos, más bien las casa bajas, te asombra no ir saludando a nadie ya que en tu casa no haces otra cosa desde que sales por la mañana hasta que entras y así te vas dando cuenta de todas las diferencias que separan un pueblo de la gran ciudad.
Por ejemplo algo que me llamó mucho la atención fue la publicidad de los sitios que podemos encontrar en la Capital, aparte de ver por todos sitios carteles grandes anunciando miles de cosas me di cuenta lo bien que lo hacía los de las tiendas y supermercados. En cada uno podías ver un expositor en el que recoger un catálogo y ver sus ofertas era pan comido, había quienes incluso al ver la oferta enseguida entraban para informarse, sin duda eso era una gran forma de vender y exponer sus productos. En joyerías, ópticas y perfumerías los expositores se encontraban encima del mostrador en los que podías probar las muestras que tenían o verlas de primera mano para que pudieras elegir sin problema. Es verdad que todo esto está muy bien pero si os digo la verdad yo me quedo con mi pueblo, sin tanto ruido, tanto humo, tanta gente y con la tranquilidad que nos da el poder vivir más tranquilos. Y si necesito algo alguna vez prefiero entrar en esta web y disfrutar desde casa de las cosas que me puedan ofrecer, sin que me pisen, ni me empujen de una manera tranquila y más civilizada.